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Aprendiendo Rust (y presentando PageTop)

Llevo ya bastante tiempo siguiendo Rust de cerca. Es un lenguaje de programación que goza de mucha popularidad como demuestran las encuestas anuales de stackoverflow. De hecho, fue votado como lenguaje más amado en 2021 y lleva haciéndolo así unos cuantos años. Se compara mucho con Go y tiene, como éste y otros lenguajes, sus defensores incondicionales y sus detractores acérrimos.

En mi caso quiero aprenderlo porque es diferente a lo que he estado usando en los últimos años, y tengo mucho interés en conocerlo en profundidad. Quizás sea el último lenguaje de programación que estudie a fondo en mi carrera profesional. Lo que sí es seguro es que le voy a dedicar mucho más esfuerzo que simplemente trastear o probar como he hecho con otros lenguajes.

Rust no es fácil, aunque está extensa y cuidadosamente documentado, y su ecosistema ha crecido enormemente. Es difícil abarcarlo y conocer todos los recursos de la librería estándar, o las librerías creadas por la comunidad. Algunas son auténticos frameworks, muchos de ellos del mundo de los videojuegos. Incluso va camino de convertirse en el segundo lenguaje del kernel Linux.

PageTop, un proyecto para aprender

Por ahora, el tiempo que puedo lo dedico a uno de esos proyectos mascota que tanto nos gusta tener a los programadores para aprender y experimentar. Lo he llamado PageTop y quiero que utilice algunas de las librerías más relevantes para la creación de soluciones web.

Usaré SuitePro para el seguimiento del proyecto, y GitHub para el repositorio. Todo en español.

Y contaré la experiencia por aquí, las dificultades encontradas, pero también esos pequeños logros que tanto se disfrutan.

52

Dos años desde mi anterior entrada en el blog*. Y fue precisamente por mi cincuenta cumpleaños. Releo aquella apología de la inmadurez y prefiero sonreír por no sonrojarme. Y eso que ahora creo que nos han maldecido. Sí, esa antigua maldición china —y también apócrifa– de vivir tiempos interesantes para, precisamente, no vivir.

Terminar 2020 con la pandemia todavía vigorosa, seguir en el 2021 con el asalto al Capitolio y la borrasca filomena, los talibanes tomando Afganistán o la erupción del Cumbre Vieja, y llegar a este 2022 encajando el sinsentido de la guerra de Rusia contra Ucrania que nos arrastra a un torbellino de inflación y depresión económica que todavía no podemos ni predecir. Parece que todo era difícil verlo venir.

Creo que somos el Chris Rock de algún Will Smith cósmico.

Pero aquí seguimos, yo con 52 años cumplidos ayer mismo, volviendo a la carga, recuperando las ganas, no dejando de aprender, y esperando que estos tiempos vuelvan a ser aburridos y podamos recuperar una vida tranquila, pacífica, familiar y optimista.

Como en otras ocasiones, he querido buscar en La Red cosas relacionadas con el número 52. Quitando la referencia típica a la Wikipedia, lo primero que encuentro tiene que ver con temas que pueden serme ya cercanos. Saber que el Servicio Público de Empleo Estatal tiene una entrada concreta para los que tienen más de 52 años resulta revelador. Voy tomando nota.

Después de esto, las referencias más relevantes tienen que ver con la guerra. Ya sea en armas de asalto o cortas; pero también en la aviación militar. Como el bombardero B-52 (que ilustra esta entrada), un coloso creado por Boeing hace 70 años que aún seguirá dando servicio a las fuerzas aéreas estadounidenses (USAF) hasta 2044.

Otra es el Kamov Ka-52 Alligator, uno de los helicópteros de combate más modernos que Rusia ha desplegado en su guerra contra Ucrania.

Y si el mundo no nos da respiro, siempre nos quedará un Macallan de 52 años. Eso sí, por unos 125.000 eurazos de nada.


* Aunque sigo actualizando otros apartados del sitio.

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Cincuenta años, ¡cincuenta! Lo voy a gritar, ¡¡CINCUENTA AÑOS!!

Joé, es que no me lo creo. A ver si puedo explicarlo. Es como si con diecisiete años, quizás mientras veía Creepshow 2 o qué se yo, Hellraiser por poner un ejemplo más caliginoso*; o mejor, Masters of the Universe; las fuerzas de Skeletor me hubiesen teletransportado treinta y tantos años al futuro, de golpe. Mi cuerpo ha cambiado, pero mantengo las mismas inquitudes que tenía aquel adolescente gordito, de cabeza redonda, pelo lacio rubio y grandes gafas. Leer más

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